Asalto a la memoria | Salud Visual (Profesional) 2.0 | Scoop.it

por Gabriel Stekolschik el 30/11/2012 16:20

Nuestra memoria de largo plazo guarda infinidad de recuerdos que, cada tanto, evocamos.

Durante mucho tiempo se pensó que esa información se almacena en nuestro sistema nervioso de manera inmodificable. Esta creencia suponía, por ejemplo, que cada vez que aprendemos algo nuevo, este dato adquirido “se suma” a lo que ya está en la memoria sin alterar los recuerdos anteriores. Una suerte de almacenaje acumulativo de memorias consolidadas.

Pero, desde los años ’60, numerosos experimentos con animales mostraron que una memoria supuestamente consolidada puede hacerse frágil e inestable y, en ese estado de labilidad, actualizarse, mejorarse o, incluso, borrarse.

Se comprobó que, para que ello ocurra, se le debe presentar al animal un recordatorio específico que le haga evocar ese recuerdo.

Se observó también que ese periodo de vulnerabilidad dura un cierto tiempo, después del cual la memoria vuelve a estabilizarse, fenómeno que, en los albores del presente siglo, fue bautizado con el término “reconsolidación”.

En otras palabras, las memorias de largo plazo no serían un depósito creciente de recuerdos inalterables, sino “cajas” que, ante un recordatorio específico, pueden abrirse, alterar su contenido, y volver a cerrarse.

Pero, que una memoria se inestabilice -arriesgándose así a ser dañada- debería tener algún beneficio que justifique semejante riesgo.