El texto dice, literalmente, que "el tratamiento de los datos personales de un niño menor de 16 años será legal sólo en la medida que dicho consentimiento sea dado y autorizado por el titular de la responsabilidad parental sobre el niño". Una enmienda de última hora que elevaría de 13 a 15 ese consentimiento, a diferencia de lo que ocurre en EEUU, por ejemplo.
No se trata sólo de navegar, sino del uso de Facebook, Snapchat, Whatsapp o Instagram, donde se podría pedir cosas como que los padres envíen una copia de su DNI y una autorización escrita antes de abrir una cuenta o descargar una aplicación. Complicado en la práctica, porque la comprobación de edad está todavía en pañales en la red. Pero legalmente peliaguda.