Empieza a ser preocupante que en ámbitos donde, lo que debería primar es la evidencia científica o, en caso de no ser posible, el sentido común, empiece a desembarcar con fuerza un movimiento de adoración a las pseudociencias. Lo que antes era exclusivo del ámbito sanitario, con la irrupción y expansión de homeopatía, sanación por rezos o, simplemente imposición de manos, ha llegado al ámbito educativo. Y no, no ha llegado de la mano de personajes dedicados a vender el producto.