Por un lado, encontramos una corriente que idealiza y sobredimensiona el potencial de la tecnología, considerándola como la solución mágica que resolverá todos los desafíos y problemas que enfrenta la educación en la actualidad. Pero, por otro lado, también existen voces que rechazan completamente la incorporación de la tecnología en los procesos de enseñanza y de aprendizaje, argumentando que socava los métodos tradicionales y el rol fundamental del docente.
¿Es posible encontrar un equilibrio entre estas visiones extremas? ¿Cómo podemos aprovechar el potencial transformador de la tecnología sin caer en su idealización o demonización? ¿Qué enfoque debemos adoptar para integrar la tecnología de manera efectiva y complementaria en la educación?
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Edumorfosis